viernes, 19 de abril de 2013

EL DIARIO DE"ANA". Convivir con la Anorexia.


EL DIARIO DE “ANA”

- CONVIVIR CON LA ANOREXIA -


1. Antecedentes históricos del tratamiento

En la actualidad, no existe ningún procedimiento estándar en lo que se refiere al tratamiento de la anorexia nerviosa. Esta ausencia vendría justificada, según Sánchez-Planell (1991), por varios motivos. Entre ellos:

- La compleja etiopatogenia del trastorno y la abundante y variada sintomatología que lo conforma.

- Las lagunas todavía existentes en el nacimiento de esta enfermedad.

 - La diversidad de tratamientos debido a la multiplicidad de orientaciones y escuelas a las que los distintos terapeutas se adscriben.

Así pues, podemos decir que la mejora de las condiciones físicas de la paciente y la resolución de los problemas psicológicos son dos objetivos inseparables en el tratamiento, pues cualquier influencia en uno de estos dos sectores tiene repercusión directa sobre el otro.


2. Tratamientos actuales

2.1. Terapias Conductuales

Toda la terapéutica conductual de la anorexia nerviosa ha girado sobre un hecho central: la ingesta alimentaria. Habitualmente, lo que se hace es reforzar positivamente a través de reforzadores sociales prioritariamente (conversación, más atención, etc.).

Al principio del programa se suele establecer un contrato terapéutico con la paciente, que la familia y el equipo terapéutico conocen y en el que se estipulan las consecuencias para conseguir el refuerzo (Agros y Werne, 1978; Blasco González y García Mérita, 1995).

2.2. Tratamiento Farmacológico

La prescripción farmacológica está en función de la psicopatología que presenten las pacientes, que pueden ser de tipo depresivo, obsesivo o ansioso (Sánchez-Planell, 1991).

      Martínez-Fornes (1994) afirma que considera fundamental el tratamiento farmacológico en la anorexia nerviosa por varios motivos:

a)    Fortalece la noción de enfermedad y, por tanto, la necesidad de ayuda.

b)    Favorece su responsabilidad ante la salud, encargándose ella misma de tomar la medicación.

c)    Disminuye la ansiedad, la depresión y el insomnio.

d)    Colabora al control de los rasgos obsesivos y las conductas compulsivas.

e)    Permite controlar la hiperactividad física y mental.

f)       Facilita la terapia y la conversión del rechazo a todo en deseo de complacer y complacerse.

g)    Contribuye a recuperar peso por la reducción del consumo energético.

h)    Aporta o mejora la utilización de neurotransmisores muy disminuidos por la inanición.

2.3. Terapia Cognitiva

Esta terapia trata de habituar al paciente a analizar sus pensamientos, corrigiendo todas las distorsiones cognitivas susceptibles de llevarle a comportamientos desadaptados y a efectos negativos.

2.4. Terapia de grupo

Tal como señalan Blasco González y García Mérita (1995), la terapia de grupo ha sido utilizada en anorexia nerviosa bajo dos modalidades (Martínez-Fornés):

-           En régimen hospitalario, las unidades de psiquiatría habitualmente establecen grupos de terapia entre pacientes ingresadas durante meses. Es un componente fundamental de los programas de tratamiento durante el tiempo de ingreso. Este tipo de tratamiento ofrece a la paciente la oportunidad de cambiar en las relaciones sociales, incrementar su autoconciencia corporal y la habilidad para afrontar emociones. Algunos autores han utilizado el grupo para enseñar tareas concretas como entrenamiento asertivo y enseñanza de habilidades de afrontamiento.

-           Con las familias, que mediante la terapia de grupo consiguen ayuda para superar los sentimientos de culpabilidad, aceptan su situación e incluso se consigue la colaboración interna de forma más distendida.

2.5. Terapia de familia

La intervención sobre la familia va a depender de muchos factores, básicamente de las relaciones de causa-efecto que el terapeuta establezca entre anorexia y problemática familiar, del papel que otorgue a la interacción familiar en el restablecimiento de la paciente, y de ciertas circunstancias concretas de la enferma como pueden ser su edad o la estructura de su familia (Toro y Vilardell, 1987).

2.6. Tratamiento cognitivo–conductual de la anorexia nerviosa  

Se trata de un procedimiento terapéutico que, partiendo de planteamientos cognitivo-conductuales, pretende abordar todas las áreas patológicas y disfuncionales de la anorexia nerviosa.

      Todos los terapeutas de conducta admiten que el factor básico, fundamental y común que los define es el análisis funcional. Este modelo exige, previo a cualquier diseño individualizado de tratamiento, el conocimiento de las condiciones asociadas a la ocurrencia y no ocurrencia de los comportamientos desadaptados y que se suponen aprendidos. Se tendrá que conocer (R. Calvo, 1988):

a)   Los antecedentes (factores o situaciones que elicitan la conducta problema).

b)  Las conductas desadaptadas, definidas operativamente y, según criterios de intensidad, duración, frecuencia, etc.

c)   Las consecuencias que mantienen o incrementan dichas conductas.

d)  Las variables del sujeto (creencias, estilo cognitivo, etc). Además de todas las variables adicionales que pueda facilitar o entorpecer el proceso de tratamiento (medio socio-cultural, motivación al cambio, etc).  

      Siguiendo a Carmina Saldaña (1994), cuatro son las áreas básicas de intervención sobre las que hay que actuar ante la paciente anoréxica:

  1. Área somática: restauración del peso de la paciente a un nivel normal para su edad y talla, así como la mejora de toda su condición física.

  1. Área conductual: modificación de los hábitos alimentarios y reducción de la actividad física si fuera conveniente.

  1. Área psicológica: modificación de su alteración de la imagen corporal y miedo al incremento de peso y la intervención sobre su aspecto negativo.

  1. Área familiar: intervención sobre las relaciones familiares conflictivas, mejorando sobre todo el nivel de expresión de sentimientos y la comunicación.

Primera fase: CAMBIO ALIMENTARIO

El inicio de la intervención debe centrarse en la solución de los problemas físicos de la paciente, siendo la recuperación del peso de vital importancia.

Sólo se puede llevar a cabo el tratamiento de la anorexia nerviosa cuando se consigue reducir el desequilibrio biológico que caracteriza la mayoría de los casos. Se han de solucionar los problemas somáticos para así hacer posible la intervención psicoterapéutica.

1. Establecimiento o incremento de la colaboración del paciente

Para motivar al paciente y conseguir la voluntariedad del tratamiento, es necesario que, mediante la adecuada información sobre la naturaleza del trastorno y sus repercusiones físicas y psicológicas, se convenza a la paciente de que su delgadez es un problema que debe ser abordado con cierta urgencia y que la recuperación del peso le conducirá progresivamente a sentirse mejor psicológica y emocionalmente. Es igualmente interesante insistir en la presentación de esquemas que explican la relación que hay entre baja autoestima, gran preocupación por el peso y la figura, dieta, episodios de sobreingesta, conductas purgativas y sentimientos depresivos (C. Saldaña, 1994).

Puesto que la relación entre la dieta y la preocupación por el peso y la figura es evidente, el terapeuta lo que debe hacer es asociar la baja autoestima con la preocupación por el peso.

      Una forma interesante de iniciar o facilitar el contacto en el proceso terapéutico (Calvo, 1988) suele ser la resolución de alguna queja del paciente. En el caso de las anoréxicas (la mayoría con estreñimiento pertinaz), trabajar en un principio con relajación corporal fundamentalmente de la zona del vientre facilita:

-          Una desensibilización “in vivo” a las sensaciones de plenitud y malestar.

-          La eliminación progresiva del uso de laxantes y el aprendizaje de una forma de evacuación intestinal “sana”, además de un inicio de control sobre su cuerpo.

-          Incremento de sensaciones corporales positivas en una zona generalmente muy fóbica.

-       Si esto se realiza inmediatamente después de comer, puede permitir el refuerzo de una pauta de alimentación positiva. Pero sería totalmente desaconsejable si se viviera como vigilancia.   

      Por tanto, en esta etapa se trata por una parte de identificar los temas que la paciente considera problemáticos (estreñimiento, plenitud gástrica, miedo a perder el control al iniciarse a comer, etc.) y, por otra parte, de conseguir que admitan un incremento de peso controlado.

2. Normalización de la comida y el peso

Se anima a las pacientes a realizar un autorregistro en el que expongan día a día lo que comen, dónde, a solas o no, si se provocan el vómito o llevan a cabo alguna conducta purgativa.

      La mayoría de los problemas físicos irán desapareciendo a medida que se normalice el peso. La fase de realimentación debe hacerse de forma controlada, prescribiendo de cuatro a seis ingestas diarias de entre 300 y 400 calorías por comida, para alcanzar una ganancia de peso de aproximadamente 200 g/día (Saldaña, 1994).

      Cuando la familia, debido a su ansiedad, no puede dejar de atender a la alimentación y el peso de la paciente, conviene restringir las visitas. Estas visitas se reanudarán cuando se consiga un nivel de peso previamente pactado, observando las fluctuaciones que éste tiene en relación a la interacción con los miembros de la familia. El incremento de peso puede reforzarse con permisos progresivos que además permite conocer la generalización de los nuevos comportamientos a su medio habitual.

3. Actitudes hacia la apariencia corporal, la comida y el peso/volumen

Se repasan los tres tipos de dieta que se suelen utilizar: ayuno o gran restricción de ingesta, evitación de determinados alimentos (los alimentos prohibidos) o la restricción total de la comida. Se observan las consecuencias físicas y psíquicas de una dieta restrictiva. Si existen conductas purgativas se hace observar los efectos que producen a nivel físico y en el estado de ánimo (R. M. Raich, 1994).

Cumplir con lo acordado en la terapia no es fácil. De hecho, se le está pidiendo a la paciente que lleve a cabo comportamientos que le pueden llevar a provocar terror. Como apunta Raich (1994), para facilitar estos cambios es recomendable la utilización de contratos terapéuticos. Éstos consisten en la exposición por escrito, objetiva y detallada, de las tareas a cumplir, con especificación de la frecuencia y de las recompensas que puede obtener por su cumplimiento o de los castigos que puede conllevar su no cumplimiento.

      Por otro lado, en el área de los trastornos fóbicos y la ansiedad, la fobia a engordar, a sentir sensaciones de plenitud, el miedo al descontrol, al fracaso escolar, a hacer daño a sus allegados y cualquier tipo que surja de ansiedad social, emocional y sexual, requiere la utilización de técnicas específicas.

      La actuación terapéutica también se centrará tanto en el qué y cuánto se come como en la duración y situación social en la que se come.

      Para lograr estos objetivos, será importante conocer la información nutricional que la paciente tiene y los alimentos que evita por considerar erróneamente que engordan, pasando a continuación a modificar estos errores introduciendo progresivamente en su dieta los alimentos evitados para conseguir una alimentación nutritiva, adecuada y variada. El último objetivo de la intervención en esta área será conseguir que la paciente sea capaz de ejercer un control correcto sobre su alimentación (C. Saldaña, 1994).

4. Episodios de bulimia

      Si los pacientes presentan conductas purgativas como provocarse el vómito, abusar de laxantes y/o diuréticos o realizar ejercicio físico extenuante para reducir los efectos de aumento de peso de la ingesta, se plantea la necesidad de hacerlos desaparecer. Estos episodios parecen inducidos por un impulso compulsivo a comer que se produce por una ingesta desenfrenada. El tratamiento de esta compulsión implica (Calvo, 1988):

-          Por una parte, explicación de los principios del cambio conductual y del proceso de extinción y sus implicaciones en una mejoría gradual y no en un cambio “TODO-NADA”.

-          Estrategias de auto-control. Se les suele pedir que realicen: Autorregistro de los episodios de comida controlada. Estudio y registro de antecedentes y consecuencias. Enseñanza de técnicas de resolución de problemas. Pautas de regularización de comida.

-          Exposición progresiva a los alimentos “peligrosos” y prevención de la comida compulsiva.

-          El autorregistro que hacen de sentimientos y pensamientos sirven de base para nuevas estrategias de intervención.

5. Relaciones familiares 

En la primera fase se introduce el apoyo de padres y amigos. Establecer grupos terapéuticos de padres ha demostrado una gran eficacia. Sólo el hecho de recibir información de parte de otros padres que sufren unas situaciones muy parecidas ya resulta en extremo aliviador. Igualmente, observar en otros los ensayos terapéuticos o resolver los problemas planteados en un ambiente familiar distinto, permiten un mejor aprendizaje y entrenamiento en comportamientos adecuados.

      Vandereycken y cols. (1991) proponen que la participación y el compromiso de los padres es absolutamente necesario y que depende de las necesidades concretas de cada paciente. El tratamiento que ellos proponen está integrado por varios niveles de intervención. En cada nivel, la participación e influencia de la familia en el tratamiento serán también diferentes. Estos niveles son:

-          Identificación: La principal meta de esta fase es la detección precoz de los trastornos de la ingesta. Se realiza una evaluación del entorno psicosocial del paciente, solicitando información a los padres.

-          Información: El objetivo de ésta es que el paciente vea su negación y vea el precio que está pagando por su trastorno.

-          Intervención: La cooperación de la familia es básica y al principio es todavía de mayor importancia que la del paciente, ya que éste intentará por todos los medios no cumplir las normas o hacerlo parcialmente. Si la familia no colabora, éste será un punto de apoyo para que el terapeuta pueda introducir la idea de que en la familia algo no está funcionando. Si el tratamiento funciona, tras los primeros aumentos de peso, es más fácil para el terapeuta desviar la atención del problema de la comida y centrarla en los problemas psicológicos e interpersonales.

-    Tratamiento intensivo: La hospitalización conlleva a la separación del paciente de su entorno familiar y en el caso de la anorexia nerviosa las hospitalizaciones suelen ser prolongadas, acarreando en el paciente un alejamiento de su entorno familiar, social y cultural que puede ser negativo (Toro y Vilardell, 1989). Por ello, la tendencia actual consiste en utilizar la hospitalización como último recurso de tratamiento.

Segunda fase: CAMBIO COGNITIVO Y DE LA IMAGEN CORPORAL

El objetivo de esta fase es la modificación de las distorsiones cognitivas relacionadas con el miedo a engordar, la dieta y alimentos autoprohibidos, peso, imagen corporal negativa, silueta y apariencia física, baja autoestima y perfeccionismo.

1. Reestructuración cognitiva 

La reestructuración cognitiva trata de detectar todos los pensamientos distorsionados, creencias irracionales, expectativas y atribuciones erróneas que las pacientes presentan respecto de la comida y del peso y figura.

Según Ellis, hay una docena de creencias irracionales que no por serlo dejan de tener un gran peso en las relaciones humanas. De entre éstas, tal vez las más extendidas serían: la necesidad de ser queridos por todos, la obligatoriedad de hacer las cosas perfectamente o la creencia de que la felicidad no depende de uno mismo. En las pacientes anoréxicas, la necesidad de estar delgadas está en línea de ser querida por todos; lo bello es sinónimo de lo delgado y sólo lo bello de ser amado, por tanto, de esto se deduce que debe estar delgada. La dieta debe realizarse perfectamente, por ello causa tanto malestar cuando se rompe, no sólo por sus consecuencias de  aumento de peso, sino por considerarse incapaz de mantenerla (R. M. Raich, 1994).

También se observa en muchas pacientes unas exigencias desmedidas de rendimiento que repercuten en las relaciones sociales adecuadas a su edad. Es necesario explorar y tratar en esta área los miedos al fracaso (exámenes, suspensos, etc.) que le llevan a esta enorme autoexigencia.

2. Introducción progresiva de “alimentos prohibidos”

Hasta este momento se ha conseguido que se establezcan unos patrones regulares de ingesta, pero no se ha incidido en el tipo y en la cantidad de comida que se debía ingerir. Ahora, debemos introducir en la comida de la paciente los alimentos que considera muy “peligrosos”. Se ha desarrollado una fobia muy intensa a estos alimentos ya que los considera de muy elevado contenido calórico. La introducción de dichos alimentos debe hacerse acompañada de reestructuración cognitiva y de información nutritiva (R. M. Raich, 1994).

3. Reducción de la preocupación por el peso y la imagen corporal

Numerosos investigadores han demostrado la tendencia de muchas de las pacientes anoréxicas a sobreestimar el tamaño de sus propios cuerpos. Puesto que las pacientes son capaces de valorar el tamaño de los objetos y de los modelos femeninos correctamente, su tendencia a exagerar sus dimensiones no representa una distorsión en la percepción general, sino que parece ser específica de sus propias valoraciones. Numerosos estudios han demostrado que las distorsiones en la percepción del tamaño del cuerpo en anorexia nerviosa no son directamente modificadas por el enfrentamiento con el propio cuerpo en un espejo, ingestión de comida con alto contenido calórico, el paso del tiempo o con el aumento de peso (Garfinkel, Moldofsky, Garner y Coscina, 1978; Garfinkel, Moldofsky y Garner, 1979).

La variable que predice con mayor seguridad la recaída suele ser la insatisfacción con la imagen corporal. Por esta razón es muy importante el uso de técnicas psicológicas para cambiar los diferentes aspectos implicados en ésta.

Tercera fase: PREVENCIÓN DE RECAÍDAS

Las recaídas en la anorexia nerviosa suelen ser frecuentes, sobre todo en pacientes que han mostrado múltiples ingresos y tratamientos previos.

Es conveniente establecer controles de seguimiento una vez que la paciente ha alcanzado un nivel de peso adecuado y se han modificado sus actitudes y pensamientos a nivel global (C. Saldaña, 1994).

      Dentro del tratamiento ya se enseña un conjunto de técnicas que permitan valorar las situaciones especialmente conflictivas y prepararse con antelación.

      Fairborn (1985), recomienda una serie de precauciones para prevenir las recaídas (R. Raich, 1994):

a)        “Reflexiona sobre tu situación actual. Algunas técnicas terapéuticas te van bien y otras no tanto. Escoge las que te sean especialmente útiles.”

b)        “Empieza de nuevo el autorregistro.”

c)         “Haz cuatro o cinco comidas al día sin saltarte ninguna.”

d)        “Planifica tu tiempo de manera que no te quede mucho tiempo libre, pero que tampoco andes ajetreada. Decide qué y dónde vas a comer.”

e)         “Si piensas mucho en el peso, vigila que no te peses más de una vez por semana o ni siquiera una. Recuerda lo que has aprendido sobre el peso, que es un peso normal y las correcciones que puedes hacer sobre estos pensamientos.”

f)           “Si comienzas a pensar mucho en tu peso o figura, si empiezas a sentirte gorda y las cosas van mal, tal vez te sientes deprimida o ansiosa. Trata de utilizar la técnica de resolución de problemas, porque puede ayudarte a identificar tu problema y a escoger alternativas positivas.”

g)        “Si es posible, confíate a alguien. Ponte metas realistas y felicítate por cada progreso obtenido aunque sea modesto.”


3. Caso Clínico

DATOS PERSONALES:

Nombre y apellidos:         Ana S.R.
Fecha de nacimiento:                21/02/1983 (27 años)
Estado civil: Vive en pareja
Ocupación:            Profesora de Educación Infantil

                                                   
MOTIVO DE CONSULTA:

Acude a terapia en agosto de 2008 con historia previa de Trastorno de la Conducta Alimentaria, remitida por psiquiatra privado.


HISTORIA DEL PROBLEMA:

Fecha inicio:           15 años
Número ingresos:              Ninguno

Ana comienza a tener problemas con la alimentación cuando tiene 15 años. Refiere haber sido “gordita y fea” en la infancia, y temer ser rechazada y criticada en el colegio. Comenzó a dedicarse a la danza, esta afición terminó por convertirse en obsesión, acompañada de restricción alimentaria importante. Es aquí donde comenzaron a pesarle todas las semanas, acudía al conservatorio a estudiar..., acrecentando todavía más su necesidad de verse delgada. Al darse cuenta sus padres, inició tratamiento con un psiquiatra. Ana “se recuperó”, en parte por el tratamiento y, en parte, por no ver sufrir a su padre (siempre ha estado muy apegada a su familia).

Recupera sus relaciones sociales poco a poco, y a los 18 años conoce a Rafa, su actual pareja, con el que supera muchos complejos de su infancia. Permanece más o menos estable hasta que a los 25 años comienza a verse peor otra vez, sin recordar ningún factor precipitante en concreto. Refiere que al subir un poco de peso acude al endocrino. Éste le asegura que está en un peso adecuado, pero ella dice a su familia lo contrario, que el médico le recomienda bajar de peso, iniciando una dieta altamente restrictiva y disminuyendo su peso de forma considerable. Hace un año se va a vivir con su pareja y es cuando se da cuenta de su mala conducta alimentaria, alarmando también a su familia. Ella tiene conciencia de enfermedad, pero no es consciente en absoluto de las consecuencias de la misma, por lo que acude de nuevo a un psiquiatra, principalmente por no hacer sufrir a su pareja y familia.

En Julio de 2007 se obsesiona mucho con las oposiciones, dejándolo todo a un lado y centrándose en ellas. Esto le afecta y le frustra mucho, autocastigándose con la comida por no conseguir lo que quiere.


ENFERMEDAD ACTUAL:

Área Alimentaria: gran restricción alimentaria, no es capaz de seguir un orden alimentario normalizado.
Esquema alimentario actual: se salta comidas, e intenta restringir mucho si no puede “escaquearse”. Tiene dificultades con muchos alimentos, prejuicios y manías. Si tiene que comer sola, no lo hace. Dice ser adicta a la coca-cola, toma unas 2 ó 3 latas al día.
Estilo alimentario: en la actualidad come a una velocidad normal, aunque con determinados alimentos tiene más dificultad y tarda más. También tarda más cuando tiene que comer una cantidad de comida normal después de haber estado restringiendo mucho.
Atracones: sí, en etapas de ansiedad elevada.
Vómitos: en la actualidad refiere no tener, aunque sí se los ha provocado en el pasado.
Laxantes: no.
Menstruación: menstruación irregular, no inducida por anticonceptivos.
Amenorrea: no.
Otros síntomas físicos: acusada caída del cabello, sueño inducido por medicación, molestias gastrointestinales, sensación recurrente de hinchazón, estreñimiento, disminución del deseo sexual (ausencia de relaciones sexuales en la actualidad).
Conductas impulsivas: ejercicio excesivo en el pasado, ausente en el presente.
Imagen corporal: gran obsesión  por su figura e importante distorsión de su imagen corporal. Refiere que sólo sabe que está delgada cuando alguien se lo recuerda, está enormemente a disgusto con su tripa. Incapacidad de mantener una conversación con alguien sin estar pensando en su imagen o en que los demás estarán pensando lo gorda que está.

Área Social: dificultades para mantener relaciones sociales. Tiene red social, al vivir en pareja consta también de los amigos comunes, pero cada vez le cuesta más salir. Se encuentra en un estado depresivo la mayor parte del tiempo y salir le supone demasiado esfuerzo. No siente ganas y mucho menos se lo pasa bien. Lo pasa mal cada vez que sale puesto que no está atenta a las conversaciones, se pierde y está concentrada en lo que los demás están pensando de ella y su tripa. Aun así, la mayoría de sus amistades y conocidos conocen su problema y cuenta con gran apoyo.

Área Académica-Laboral: Diplomatura en Magisterio. Actualmente trabaja como profesora de Educación Infantil, al tiempo que se prepara las oposiciones, que ha suspendido en una  ocasión, “error” que no se perdona.

Área Familiar: su familia es funcional, formada por sus padres y un hermano tres años mayor que ella. Las relaciones son buenas aunque Ana parece haber establecido una relación de dependencia con sus padres. No les culpa en absoluto de su problema, en cambio, está constantemente pendiente de no hacerles daño y no hacerles sufrir por sus cosas.

Psicopatología: niveles muy elevados de exigencia y perfeccionismo. Estado de ánimo bajo. Apatía, obsesiones, falta de concentración, intolerancia hacia los demás, miedo a engordar.

Conciencia de Enfermedad: poca. Es consciente de que tiene un problema, lo quiere solucionar fundamentalmente por no hacer sufrir a su pareja y familia. Hasta ahora no ha interferido demasiado en su trabajo, estando capacitada para ejercer, por lo que es totalmente inconsciente de todo lo que puede perder con la enfermedad. Reconoce que estar delgada le da seguridad en sí misma, por lo que presenta una enorme resistencia a la recuperación. Reconoce también que el tratamiento puede traerle beneficios, pero más a nivel social o con su pareja (no perderla), que por ella misma. De hecho, es su pareja el que la “obliga” a ponerse en tratamiento, según cuenta.


ANTECEDENTES:

Personales: Desde siempre se ha sentido gorda y fea en la escuela. Tenía miedo de que la criticaran y rechazaran por esto, por lo que se dedicó en pleno a la danza y al conservatorio, acrecentando de este modo su obsesión por la apariencia física y la necesidad de adelgazar. Siempre ha sido competente en cuanto a los estudios y está capacitada para su trabajo, que asegura le encanta. Ha estado, no obstante, muy apegada a su familia, en ocasiones demasiado, dedicada a sus problemas, pendiente de su felicidad, bienestar y tratando de ser “la hija perfecta”.

Familiares: Hace poco Ana se ha dado cuenta de que su madre es bastante obsesiva con el peso, y no come demasiado bien ni ordenadamente. El padre ha sufrido depresión, según refiere Ana.


OBJETIVOS DE TRATAMIENTO:

-          Aumento de peso, reorganización y adquisición de un patrón alimentario adecuado.
-          Incrementar motivación al cambio y conciencia de enfermedad.
-          Aumentar los niveles de autoestima e independencia.
-          Disminución de niveles de obsesividad, exigencia y perfeccionismo.


4. Conclusiones

La anorexia nerviosa es un problema que en la actualidad se encuentra muy de moda o quizá la moda sea poseer un cuerpo de extremada delgadez y esto lleve a la anorexia. Los conocimientos que se poseen sobre este problema, así como sus síntomas son bastante ínfimos, todavía hay muchas lagunas que quedan por indagar, y esta falta de información perjudica la evaluación y el tratamiento.

Lo que más llama la atención es la distorsión de la imagen corporal que poseen, parece existir poca investigación sobre ésta, si es cierto que el número de estudios que hoy en día están enfocándose sobre este problema ha aumentado; pero todavía no está claro porqué al mirarse a un espejo uno pueda no percibirse tal y como es, y subestimar su tamaño corporal.

Habiendo revisado distintos estudios sobre esta alteración, parece más obvio que la distorsión sea resultado de esa insatisfacción corporal, pero desconocemos cuál es el proceso intermediario que interactúa entre estas dos variables.

Mediante la evaluación (de la percepción de uno mismo sobre su imagen corporal) se obtiene cual es el grado de distorsión que se posee, pero en el momento de tratar esta alteración no sabemos si realmente estamos trabajando directamente sobre el problema fundamental, o éste sea secundario.




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