- CONVIVIR CON LA ANOREXIA -
1. Antecedentes
históricos del tratamiento
En la actualidad, no existe
ningún procedimiento estándar en lo que se refiere al tratamiento de la
anorexia nerviosa. Esta ausencia vendría justificada, según Sánchez-Planell
(1991), por varios motivos. Entre ellos:
- La compleja etiopatogenia
del trastorno y la abundante y variada sintomatología que lo conforma.
- Las lagunas todavía
existentes en el nacimiento de esta enfermedad.
- La diversidad de tratamientos debido a la
multiplicidad de orientaciones y escuelas a las que los distintos terapeutas se
adscriben.
Así pues, podemos decir que
la mejora de las condiciones físicas de la paciente y la resolución de los
problemas psicológicos son dos objetivos inseparables en el tratamiento, pues
cualquier influencia en uno de estos dos sectores tiene repercusión directa
sobre el otro.
2.
Tratamientos actuales
2.1.
Terapias Conductuales
Toda la terapéutica
conductual de la anorexia nerviosa ha girado sobre un hecho central: la ingesta
alimentaria. Habitualmente, lo que se hace es reforzar positivamente a través
de reforzadores sociales prioritariamente (conversación, más atención, etc.).
Al principio del programa se
suele establecer un contrato terapéutico con la paciente, que la familia y el
equipo terapéutico conocen y en el que se estipulan las consecuencias para
conseguir el refuerzo (Agros y Werne, 1978; Blasco González y García Mérita,
1995).
2.2.
Tratamiento Farmacológico
La prescripción farmacológica
está en función de la psicopatología que presenten las pacientes, que pueden
ser de tipo depresivo, obsesivo o ansioso (Sánchez-Planell, 1991).
Martínez-Fornes (1994) afirma que considera fundamental el
tratamiento farmacológico en la anorexia nerviosa por varios motivos:
a) Fortalece la noción de
enfermedad y, por tanto, la necesidad de ayuda.
b) Favorece su responsabilidad
ante la salud, encargándose ella misma de tomar la medicación.
c) Disminuye la ansiedad, la
depresión y el insomnio.
d) Colabora al control de los
rasgos obsesivos y las conductas compulsivas.
e) Permite controlar la
hiperactividad física y mental.
f) Facilita la terapia y la
conversión del rechazo a todo en deseo de complacer y complacerse.
g) Contribuye a recuperar peso
por la reducción del consumo energético.
h) Aporta o mejora la
utilización de neurotransmisores muy disminuidos por la inanición.
2.3.
Terapia Cognitiva
Esta terapia trata de
habituar al paciente a analizar sus pensamientos, corrigiendo todas las
distorsiones cognitivas susceptibles de llevarle a comportamientos desadaptados
y a efectos negativos.
2.4.
Terapia de grupo
Tal como señalan Blasco
González y García Mérita (1995), la terapia de grupo ha sido utilizada en
anorexia nerviosa bajo dos modalidades (Martínez-Fornés):
-
En régimen hospitalario, las
unidades de psiquiatría habitualmente establecen grupos de terapia entre
pacientes ingresadas durante meses. Es un componente fundamental de los
programas de tratamiento durante el tiempo de ingreso. Este tipo de tratamiento
ofrece a la paciente la oportunidad de cambiar en las relaciones sociales,
incrementar su autoconciencia corporal y la habilidad para afrontar emociones.
Algunos autores han utilizado el grupo para enseñar tareas concretas como
entrenamiento asertivo y enseñanza de habilidades de afrontamiento.
-
Con las familias, que mediante
la terapia de grupo consiguen ayuda para superar los sentimientos de
culpabilidad, aceptan su situación e incluso se consigue la colaboración
interna de forma más distendida.
2.5.
Terapia de familia
La intervención sobre la
familia va a depender de muchos factores, básicamente de las relaciones de
causa-efecto que el terapeuta establezca entre anorexia y problemática
familiar, del papel que otorgue a la interacción familiar en el
restablecimiento de la paciente, y de ciertas circunstancias concretas de la
enferma como pueden ser su edad o la estructura de su familia (Toro y
Vilardell, 1987).
2.6.
Tratamiento cognitivo–conductual de la anorexia nerviosa
Se trata de un procedimiento
terapéutico que, partiendo de planteamientos cognitivo-conductuales, pretende
abordar todas las áreas patológicas y disfuncionales de la anorexia nerviosa.
Todos los terapeutas de conducta admiten que el factor básico,
fundamental y común que los define es el análisis funcional. Este modelo exige,
previo a cualquier diseño individualizado de tratamiento, el conocimiento de
las condiciones asociadas a la ocurrencia y no ocurrencia de los
comportamientos desadaptados y que se suponen aprendidos. Se tendrá que conocer
(R. Calvo, 1988):
a) Los antecedentes (factores o
situaciones que elicitan la conducta problema).
b) Las conductas desadaptadas,
definidas operativamente y, según criterios de intensidad, duración,
frecuencia, etc.
c) Las
consecuencias que mantienen o incrementan dichas conductas.
d) Las variables del sujeto
(creencias, estilo cognitivo, etc). Además de todas las variables adicionales
que pueda facilitar o entorpecer el proceso de tratamiento (medio
socio-cultural, motivación al cambio, etc).
Siguiendo a Carmina Saldaña (1994), cuatro son las áreas
básicas de intervención sobre las que hay que actuar ante la paciente
anoréxica:
- Área somática: restauración del peso
de la paciente a un nivel normal para su edad y talla, así como la mejora
de toda su condición física.
- Área conductual: modificación de los
hábitos alimentarios y reducción de la actividad física si fuera
conveniente.
- Área psicológica: modificación de su
alteración de la imagen corporal y miedo al incremento de peso y la intervención
sobre su aspecto negativo.
- Área familiar: intervención sobre
las relaciones familiares conflictivas, mejorando sobre todo el nivel de
expresión de sentimientos y la comunicación.
Primera fase:
CAMBIO ALIMENTARIO
El inicio de la intervención
debe centrarse en la solución de los problemas físicos de la paciente, siendo
la recuperación del peso de vital importancia.
Sólo se puede llevar a cabo
el tratamiento de la anorexia nerviosa cuando se consigue reducir el
desequilibrio biológico que caracteriza la mayoría de los casos. Se han de
solucionar los problemas somáticos para así hacer posible la intervención
psicoterapéutica.
1. Establecimiento o incremento
de la colaboración del paciente
Para motivar al paciente y
conseguir la voluntariedad del tratamiento, es necesario que, mediante la
adecuada información sobre la naturaleza del trastorno y sus repercusiones
físicas y psicológicas, se convenza a la paciente de que su delgadez es un
problema que debe ser abordado con cierta urgencia y que la recuperación del
peso le conducirá progresivamente a sentirse mejor psicológica y
emocionalmente. Es igualmente interesante insistir en la presentación de
esquemas que explican la relación que hay entre baja autoestima, gran
preocupación por el peso y la figura, dieta, episodios de sobreingesta,
conductas purgativas y sentimientos depresivos (C. Saldaña, 1994).
Puesto que la relación entre
la dieta y la preocupación por el peso y la figura es evidente, el terapeuta lo
que debe hacer es asociar la baja autoestima con la preocupación por el peso.
Una forma interesante de iniciar o facilitar el contacto en el
proceso terapéutico (Calvo, 1988) suele ser la resolución de alguna queja del
paciente. En el caso de las anoréxicas (la mayoría con estreñimiento pertinaz),
trabajar en un principio con relajación corporal fundamentalmente de la zona
del vientre facilita:
-
Una
desensibilización “in vivo” a las sensaciones de plenitud y malestar.
-
La
eliminación progresiva del uso de laxantes y el aprendizaje de una forma de
evacuación intestinal “sana”, además de un inicio de control sobre su cuerpo.
-
Incremento
de sensaciones corporales positivas en una zona generalmente muy fóbica.
- Si
esto se realiza inmediatamente después de comer, puede permitir el refuerzo de
una pauta de alimentación positiva. Pero sería totalmente desaconsejable si se
viviera como vigilancia.
Por tanto, en esta etapa se trata por una parte de identificar
los temas que la paciente considera problemáticos (estreñimiento, plenitud
gástrica, miedo a perder el control al iniciarse a comer, etc.) y, por otra
parte, de conseguir que admitan un incremento de peso controlado.
2.
Normalización de la comida y el peso
Se anima a las pacientes a
realizar un autorregistro en el que expongan día a día lo que comen, dónde, a
solas o no, si se provocan el vómito o llevan a cabo alguna conducta purgativa.
La mayoría de los problemas físicos irán desapareciendo a
medida que se normalice el peso. La fase de realimentación debe hacerse de
forma controlada, prescribiendo de cuatro a seis ingestas diarias de entre 300
y 400 calorías por comida, para alcanzar una ganancia de peso de
aproximadamente 200 g/día (Saldaña, 1994).
Cuando la familia, debido a su ansiedad, no puede dejar de
atender a la alimentación y el peso de la paciente, conviene restringir las
visitas. Estas visitas se reanudarán cuando se consiga un nivel de peso
previamente pactado, observando las fluctuaciones que éste tiene en relación a
la interacción con los miembros de la familia. El incremento de peso puede
reforzarse con permisos progresivos que además permite conocer la
generalización de los nuevos comportamientos a su medio habitual.
3.
Actitudes hacia la apariencia corporal, la comida y el peso/volumen
Se repasan los tres tipos de
dieta que se suelen utilizar: ayuno o gran restricción de ingesta, evitación de
determinados alimentos (los alimentos prohibidos) o la restricción total de la
comida. Se observan las consecuencias físicas y psíquicas de una dieta
restrictiva. Si existen conductas purgativas se hace observar los efectos que
producen a nivel físico y en el estado de ánimo (R. M. Raich, 1994).
Cumplir con lo acordado en la
terapia no es fácil. De hecho, se le está pidiendo a la paciente que lleve a
cabo comportamientos que le pueden llevar a provocar terror. Como apunta Raich
(1994), para facilitar estos cambios es recomendable la utilización de
contratos terapéuticos. Éstos consisten en la exposición por escrito, objetiva
y detallada, de las tareas a cumplir, con especificación de la frecuencia y de
las recompensas que puede obtener por su cumplimiento o de los castigos que
puede conllevar su no cumplimiento.
Por otro lado, en el área de los trastornos fóbicos y la
ansiedad, la fobia a engordar, a sentir sensaciones de plenitud, el miedo al
descontrol, al fracaso escolar, a hacer daño a sus allegados y cualquier tipo
que surja de ansiedad social, emocional y sexual, requiere la utilización de
técnicas específicas.
La actuación terapéutica también se centrará tanto en el qué y cuánto
se come como en la duración y situación social en la que se come.
Para lograr estos objetivos, será importante conocer la
información nutricional que la paciente tiene y los alimentos que evita por
considerar erróneamente que engordan, pasando a continuación a modificar estos
errores introduciendo progresivamente en su dieta los alimentos evitados para
conseguir una alimentación nutritiva, adecuada y variada. El último objetivo de
la intervención en esta área será conseguir que la paciente sea capaz de
ejercer un control correcto sobre su alimentación (C. Saldaña, 1994).
4.
Episodios de bulimia
Si los pacientes presentan conductas purgativas como provocarse
el vómito, abusar de laxantes y/o diuréticos o realizar ejercicio físico
extenuante para reducir los efectos de aumento de peso de la ingesta, se
plantea la necesidad de hacerlos desaparecer. Estos episodios parecen inducidos
por un impulso compulsivo a comer que se produce por una ingesta desenfrenada.
El tratamiento de esta compulsión implica (Calvo, 1988):
-
Por
una parte, explicación de los principios del cambio conductual y del proceso de
extinción y sus implicaciones en una mejoría gradual y no en un cambio
“TODO-NADA”.
-
Estrategias
de auto-control. Se les suele pedir que realicen: Autorregistro de los
episodios de comida controlada. Estudio y registro de antecedentes y
consecuencias. Enseñanza de técnicas de resolución de problemas. Pautas de
regularización de comida.
-
Exposición
progresiva a los alimentos “peligrosos” y prevención de la comida compulsiva.
-
El
autorregistro que hacen de sentimientos y pensamientos sirven de base para
nuevas estrategias de intervención.
5.
Relaciones familiares
En la primera fase se introduce
el apoyo de padres y amigos. Establecer grupos terapéuticos de padres ha
demostrado una gran eficacia. Sólo el hecho de recibir información de parte de
otros padres que sufren unas situaciones muy parecidas ya resulta en extremo
aliviador. Igualmente, observar en otros los ensayos terapéuticos o resolver
los problemas planteados en un ambiente familiar distinto, permiten un mejor
aprendizaje y entrenamiento en comportamientos adecuados.
Vandereycken y cols. (1991) proponen que la participación y el
compromiso de los padres es absolutamente necesario y que depende de las
necesidades concretas de cada paciente. El tratamiento que ellos proponen está
integrado por varios niveles de intervención. En cada nivel, la participación e
influencia de la familia en el tratamiento serán también diferentes. Estos
niveles son:
-
Identificación: La principal meta de esta
fase es la detección precoz de los trastornos de la ingesta. Se realiza una
evaluación del entorno psicosocial del paciente, solicitando información a los
padres.
-
Información: El objetivo de ésta es que
el paciente vea su negación y vea el precio que está pagando por su trastorno.
-
Intervención: La cooperación de la
familia es básica y al principio es todavía de mayor importancia que la del
paciente, ya que éste intentará por todos los medios no cumplir las normas o
hacerlo parcialmente. Si la familia no colabora, éste será un punto de apoyo
para que el terapeuta pueda introducir la idea de que en la familia algo no
está funcionando. Si el tratamiento funciona, tras los primeros aumentos de
peso, es más fácil para el terapeuta desviar la atención del problema de la
comida y centrarla en los problemas psicológicos e interpersonales.
- Tratamiento intensivo: La hospitalización conlleva
a la separación del paciente de su entorno familiar y en el caso de la anorexia
nerviosa las hospitalizaciones suelen ser prolongadas, acarreando en el
paciente un alejamiento de su entorno familiar, social y cultural que puede ser
negativo (Toro y Vilardell, 1989). Por ello, la tendencia actual consiste en
utilizar la hospitalización como último recurso de tratamiento.
Segunda fase:
CAMBIO COGNITIVO Y DE LA IMAGEN CORPORAL
El objetivo de esta fase es
la modificación de las distorsiones cognitivas relacionadas con el miedo a
engordar, la dieta y alimentos autoprohibidos, peso, imagen corporal negativa,
silueta y apariencia física, baja autoestima y perfeccionismo.
1.
Reestructuración cognitiva
La reestructuración cognitiva
trata de detectar todos los pensamientos distorsionados, creencias
irracionales, expectativas y atribuciones erróneas que las pacientes presentan
respecto de la comida y del peso y figura.
Según Ellis, hay una docena
de creencias irracionales que no por serlo dejan de tener un gran peso en las
relaciones humanas. De entre éstas, tal vez las más extendidas serían: la
necesidad de ser queridos por todos, la obligatoriedad de hacer las cosas
perfectamente o la creencia de que la felicidad no depende de uno mismo. En las
pacientes anoréxicas, la necesidad de estar delgadas está en línea de ser
querida por todos; lo bello es sinónimo de lo delgado y sólo lo bello de ser
amado, por tanto, de esto se deduce que debe estar delgada. La dieta debe
realizarse perfectamente, por ello causa tanto malestar cuando se rompe, no
sólo por sus consecuencias de aumento de
peso, sino por considerarse incapaz de mantenerla (R. M. Raich, 1994).
También se observa en muchas
pacientes unas exigencias desmedidas de rendimiento que repercuten en las
relaciones sociales adecuadas a su edad. Es necesario explorar y tratar en esta
área los miedos al fracaso (exámenes, suspensos, etc.) que le llevan a esta
enorme autoexigencia.
2.
Introducción progresiva de “alimentos prohibidos”
Hasta este momento se ha
conseguido que se establezcan unos patrones regulares de ingesta, pero no se ha
incidido en el tipo y en la cantidad de comida que se debía ingerir. Ahora,
debemos introducir en la comida de la paciente los alimentos que considera muy
“peligrosos”. Se ha desarrollado una fobia muy intensa a estos alimentos ya que
los considera de muy elevado contenido calórico. La introducción de dichos
alimentos debe hacerse acompañada de reestructuración cognitiva y de
información nutritiva (R. M. Raich, 1994).
3.
Reducción de la preocupación por el peso y la imagen corporal
Numerosos investigadores han
demostrado la tendencia de muchas de las pacientes anoréxicas a sobreestimar el
tamaño de sus propios cuerpos. Puesto que las pacientes son capaces de valorar
el tamaño de los objetos y de los modelos femeninos correctamente, su tendencia
a exagerar sus dimensiones no representa una distorsión en la percepción
general, sino que parece ser específica de sus propias valoraciones. Numerosos
estudios han demostrado que las distorsiones en la percepción del tamaño del
cuerpo en anorexia nerviosa no son directamente modificadas por el
enfrentamiento con el propio cuerpo en un espejo, ingestión de comida con alto
contenido calórico, el paso del tiempo o con el aumento de peso (Garfinkel,
Moldofsky, Garner y Coscina, 1978; Garfinkel, Moldofsky y Garner, 1979).
La variable que predice con
mayor seguridad la recaída suele ser la insatisfacción con la imagen corporal.
Por esta razón es muy importante el uso de técnicas psicológicas para cambiar
los diferentes aspectos implicados en ésta.
Tercera fase:
PREVENCIÓN DE RECAÍDAS
Las recaídas en la anorexia
nerviosa suelen ser frecuentes, sobre todo en pacientes que han mostrado
múltiples ingresos y tratamientos previos.
Es conveniente establecer
controles de seguimiento una vez que la paciente ha alcanzado un nivel de peso
adecuado y se han modificado sus actitudes y pensamientos a nivel global (C.
Saldaña, 1994).
Dentro del tratamiento ya se enseña un conjunto de técnicas que
permitan valorar las situaciones especialmente conflictivas y prepararse con
antelación.
Fairborn (1985), recomienda una serie de precauciones para
prevenir las recaídas (R. Raich, 1994):
a)
“Reflexiona
sobre tu situación actual. Algunas técnicas terapéuticas te van bien y otras no
tanto. Escoge las que te sean especialmente útiles.”
b)
“Empieza
de nuevo el autorregistro.”
c)
“Haz
cuatro o cinco comidas al día sin saltarte ninguna.”
d)
“Planifica
tu tiempo de manera que no te quede mucho tiempo libre, pero que tampoco andes
ajetreada. Decide qué y dónde vas a comer.”
e)
“Si
piensas mucho en el peso, vigila que no te peses más de una vez por semana o ni
siquiera una. Recuerda lo que has aprendido sobre el peso, que es un peso
normal y las correcciones que puedes hacer sobre estos pensamientos.”
f)
“Si
comienzas a pensar mucho en tu peso o figura, si empiezas a sentirte gorda y
las cosas van mal, tal vez te sientes deprimida o ansiosa. Trata de utilizar la
técnica de resolución de problemas, porque puede ayudarte a identificar tu
problema y a escoger alternativas positivas.”
g)
“Si
es posible, confíate a alguien. Ponte metas realistas y felicítate por cada
progreso obtenido aunque sea modesto.”
3.
Caso Clínico
DATOS PERSONALES:
Nombre
y apellidos: Ana S.R.
Fecha
de nacimiento: 21/02/1983
(27 años)
Estado
civil: Vive en pareja
Ocupación: Profesora de Educación Infantil
MOTIVO DE CONSULTA:
Acude a terapia en agosto de
2008 con historia previa de Trastorno de la Conducta Alimentaria, remitida por
psiquiatra privado.
HISTORIA DEL PROBLEMA:
Fecha
inicio: 15 años
Número
ingresos: Ninguno
Ana
comienza a tener problemas con la alimentación cuando tiene 15 años. Refiere
haber sido “gordita y fea” en la infancia, y temer ser rechazada y criticada en
el colegio. Comenzó a dedicarse a la danza, esta afición terminó por
convertirse en obsesión, acompañada de restricción alimentaria importante. Es
aquí donde comenzaron a pesarle todas las semanas, acudía al conservatorio a
estudiar..., acrecentando todavía más su necesidad de verse delgada. Al darse
cuenta sus padres, inició tratamiento con un psiquiatra. Ana “se recuperó”, en
parte por el tratamiento y, en parte, por no ver sufrir a su padre (siempre ha
estado muy apegada a su familia).
Recupera
sus relaciones sociales poco a poco, y a los 18 años conoce a Rafa, su actual
pareja, con el que supera muchos complejos de su infancia. Permanece más o
menos estable hasta que a los 25 años comienza a verse peor otra vez, sin
recordar ningún factor precipitante en concreto. Refiere que al subir un poco
de peso acude al endocrino. Éste le asegura que está en un peso adecuado, pero
ella dice a su familia lo contrario, que el médico le recomienda bajar de peso,
iniciando una dieta altamente restrictiva y disminuyendo su peso de forma
considerable. Hace un año se va a vivir con su pareja y es cuando se da cuenta
de su mala conducta alimentaria, alarmando también a su familia. Ella tiene
conciencia de enfermedad, pero no es consciente en absoluto de las
consecuencias de la misma, por lo que acude de nuevo a un psiquiatra,
principalmente por no hacer sufrir a su pareja y familia.
En
Julio de 2007 se obsesiona mucho con las oposiciones, dejándolo todo a un lado
y centrándose en ellas. Esto le afecta y le frustra mucho, autocastigándose con
la comida por no conseguir lo que quiere.
ENFERMEDAD ACTUAL:
Área
Alimentaria: gran restricción
alimentaria, no es capaz de seguir un orden alimentario normalizado.
Esquema
alimentario actual: se salta comidas, e intenta
restringir mucho si no puede “escaquearse”. Tiene dificultades con muchos alimentos,
prejuicios y manías. Si tiene que comer sola, no lo hace. Dice ser adicta a la
coca-cola, toma unas 2 ó 3 latas al día.
Estilo
alimentario:
en la actualidad come a una velocidad normal, aunque con determinados alimentos
tiene más dificultad y tarda más. También tarda más cuando tiene que comer una
cantidad de comida normal después de haber estado restringiendo mucho.
Atracones:
sí, en
etapas de ansiedad elevada.
Vómitos: en la actualidad refiere no
tener, aunque sí se los ha provocado en el pasado.
Laxantes: no.
Menstruación: menstruación irregular, no
inducida por anticonceptivos.
Amenorrea: no.
Otros
síntomas físicos: acusada caída del cabello,
sueño inducido por medicación, molestias gastrointestinales, sensación
recurrente de hinchazón, estreñimiento, disminución del deseo sexual (ausencia de
relaciones sexuales en la actualidad).
Conductas
impulsivas:
ejercicio excesivo en el pasado, ausente en el presente.
Imagen
corporal: gran obsesión por su figura e importante distorsión de su
imagen corporal. Refiere que sólo sabe que está delgada cuando alguien se lo
recuerda, está enormemente a disgusto con su tripa. Incapacidad de mantener una
conversación con alguien sin estar pensando en su imagen o en que los demás
estarán pensando lo gorda que está.
Área Social: dificultades para mantener
relaciones sociales. Tiene red social, al vivir en pareja consta también de los
amigos comunes, pero cada vez le cuesta más salir. Se encuentra en un estado
depresivo la mayor parte del tiempo y salir le supone demasiado esfuerzo. No
siente ganas y mucho menos se lo pasa bien. Lo pasa mal cada vez que sale
puesto que no está atenta a las conversaciones, se pierde y está concentrada en
lo que los demás están pensando de ella y su tripa. Aun así, la mayoría de sus
amistades y conocidos conocen su problema y cuenta con gran apoyo.
Área Académica-Laboral: Diplomatura en Magisterio.
Actualmente trabaja como profesora de Educación Infantil, al tiempo que se
prepara las oposiciones, que ha suspendido en una ocasión, “error” que no se perdona.
Área Familiar: su familia es funcional,
formada por sus padres y un hermano tres años mayor que ella. Las relaciones
son buenas aunque Ana parece haber establecido una relación de dependencia con
sus padres. No les culpa en absoluto de su problema, en cambio, está
constantemente pendiente de no hacerles daño y no hacerles sufrir por sus
cosas.
Psicopatología: niveles muy elevados de
exigencia y perfeccionismo. Estado de ánimo bajo. Apatía, obsesiones, falta de
concentración, intolerancia hacia los demás, miedo a engordar.
Conciencia de
Enfermedad:
poca. Es consciente de que tiene un problema, lo quiere solucionar fundamentalmente
por no hacer sufrir a su pareja y familia. Hasta ahora no ha interferido
demasiado en su trabajo, estando capacitada para ejercer, por lo que es
totalmente inconsciente de todo lo que puede perder con la enfermedad. Reconoce
que estar delgada le da seguridad en sí misma, por lo que presenta una enorme
resistencia a la recuperación. Reconoce también que el tratamiento puede
traerle beneficios, pero más a nivel social o con su pareja (no perderla), que
por ella misma. De hecho, es su pareja el que la “obliga” a ponerse en
tratamiento, según cuenta.
ANTECEDENTES:
Personales: Desde siempre se ha sentido
gorda y fea en la escuela. Tenía miedo de que la criticaran y rechazaran por
esto, por lo que se dedicó en pleno a la danza y al conservatorio, acrecentando
de este modo su obsesión por la apariencia física y la necesidad de adelgazar.
Siempre ha sido competente en cuanto a los estudios y está capacitada para su
trabajo, que asegura le encanta. Ha estado, no obstante, muy apegada a su
familia, en ocasiones demasiado, dedicada a sus problemas, pendiente de su
felicidad, bienestar y tratando de ser “la hija perfecta”.
Familiares: Hace poco Ana se ha dado
cuenta de que su madre es bastante obsesiva con el peso, y no come demasiado
bien ni ordenadamente. El padre ha sufrido depresión, según refiere Ana.
OBJETIVOS DE TRATAMIENTO:
-
Aumento
de peso, reorganización y adquisición de un patrón alimentario adecuado.
-
Incrementar
motivación al cambio y conciencia de enfermedad.
-
Aumentar
los niveles de autoestima e independencia.
-
Disminución
de niveles de obsesividad, exigencia y perfeccionismo.
4.
Conclusiones
La anorexia nerviosa es un
problema que en la actualidad se encuentra muy de moda o quizá la moda sea
poseer un cuerpo de extremada delgadez y esto lleve a la anorexia. Los
conocimientos que se poseen sobre este problema, así como sus síntomas son
bastante ínfimos, todavía hay muchas lagunas que quedan por indagar, y esta
falta de información perjudica la evaluación y el tratamiento.
Lo que más llama la atención
es la distorsión de la imagen corporal que poseen, parece existir poca
investigación sobre ésta, si es cierto que el número de estudios que hoy en día
están enfocándose sobre este problema ha aumentado; pero todavía no está claro
porqué al mirarse a un espejo uno pueda no percibirse tal y como es, y
subestimar su tamaño corporal.
Habiendo revisado distintos
estudios sobre esta alteración, parece más obvio que la distorsión sea
resultado de esa insatisfacción corporal, pero desconocemos cuál es el proceso
intermediario que interactúa entre estas dos variables.
Mediante la evaluación (de la
percepción de uno mismo sobre su imagen corporal) se obtiene cual es el grado
de distorsión que se posee, pero en el momento de tratar esta alteración no
sabemos si realmente estamos trabajando directamente sobre el problema
fundamental, o éste sea secundario.